El Papa anima a las dos Coreas a buscar la paz y la reconciliación
El Pontífice se ganó de inmediato la simpatía de los coreanos y les pide «dar a los jóvenes el don de la paz»
El Papa Francisco abordó el problema más espinoso de Corea afirmando en su primer discurso, pronunciado antes las autoridades civiles y el cuerpo diplomático en el palacio presidencial de Seúl, que «es necesario dar a nuestros jóvenes el don de la paz». Pocas horas antes, justo cuando el avión del Papa se disponía a aterrizar en la base aérea de la capital, Corea del Norte lanzó tres misiles de alcance intermedio para recordar al mundo su presencia en la península.
El primer discurso del Papa, dirigido a toda la nación, rindió homenaje «a la cultura coreana, que valora la dignidad y sabiduría de los ancianos, y honra su papel en la sociedad». En los próximos días, el Santo Padre participará en las principales actividades de la Jornada Asiática de la Juventud, pero cada vez que se encamina a una reunión con jóvenes, el Papa habla primero de los ancianos.
Después de unas palabras de saludo de la presidenta de la República, Park Geun-hye, el Papa inició el primer discurso en ingles de su pontificado. Con tono firme y pocos fallos de pronunciación, Francisco invitó a las autoridades coreanas «a reflexionar sobre cómo estamos transmitiendo nuestros valores a la siguiente generación, y la clase de mundo y de sociedad que les entregaremos».
Esta reflexión, según el Santo Padre, «es más importante aquí en Corea, una tierra que ha sufrido largo tiempo debido a la falta de paz». La guerra entre el Norte y el Sur terminó hace 66 años con un mero armisticio. Desde entonces no ha sido posible establecer un tratado de paz, y con relativa frecuencia se producen intercambio de disparos de artillería. La búsqueda de la buena vecindad que promueve el gobierno de Seúl, «es un objetivo que todos tenemos en el corazón, pues afecta a la estabilidad de toda la zona y, de hecho, a todo un mundo agobiado por guerras».
Según el Papa, la paz «no requiere olvidar las antiguas injusticias, pero sí el perdón, la tolerancia y la cooperación». Por eso exhorto «a que todos dediquemos estos días a la paz, a rezar por ella y a profundizar en nuestra determinación para conseguirla».
Como el Santo Padre necesitaba descansar después de un largo vuelo nocturno y de encajar una diferencia horaria de siete horas respecto a Roma, su programa en la primera jornada incluyó sólo dos actos: el encuentro con las autoridades y una reunión posterior con los 35 obispos de Corea.
Aun así, el Papa logró ganarse en pocas horas la simpatía de los coreanos ya que tocó temas muy sensibles. En la base aérea de Seúl, donde fue recibido por la presidenta Park Geun-hye, el Papa saludó a algunos familiares de muchachos ahogados en el naufragio del ferry «Sewol», a varios jóvenes participantes en la Jornada Asiática de la Juventud y a dos trabajadores inmigrantes, incluida una boliviana. Esos primeros saludos crearon enseguida un clima de emoción y de humanidad. En algunos aspectos, casi de familia
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