La tiranía invisible

La tiranía política, que somete los cuerpos y vulnera los derechos, es visible y, por ello, fácil de combatir. No puede dejar de ser reconocida. Y reconocer un mal es el primer paso para remediarlo. Pero junto a ella, o por debajo de ella, existe otra tiranía, aparentemente menos devastadora pero a la larga más peligrosa, pues va dirigida sutilmente contra las almas y las conciencias. Su naturaleza es anti espiritual e inmoral. Es una dictadura invisible que se apodera de las almas para degradarlas y envilecerlas. Y eso, en nombre de la liberación, la democracia y la cultura. Contra ella es difícil combatir porque apenas es posible dar ese primer paso que consiste en proclamar su existencia.

Nada grande le es regalado al hombre. Toda grandeza es terreno de conquista.Cuando el envilecimiento ejerce su dominio, sólo queda «la emboscadura» (Jünger).La salvación sólo puede proceder de una minoría de solitarios emboscados,resistentes contra la bellaquería triunfante. Como Swift afirmó, la educación es la experiencia de la grandeza. Hoy, por el contrario, parece ir orientada hacia la negación de la posibilidad de toda grandeza. Todo tiene igual valor; luego, nada hay verdaderamente valioso. La educación materialista extirpa de la conciencia humana lo mejor que hay en ella, lo que le permite resistir y esperar: la creencia en su inmortalidad. Su trabajo consiste en reducir la trascendencia a la condición de superstición. La sabiduría es suplantada por el itinerario hacia la degradación. La cultura es identificada con los ídolos de la tribu mayoritaria, previamente envilecida.Ante este estado de cosas, la esperanza de salvación reside en la obra solitaria delos grandes, en la fraternidad de una minoría de emboscados que saben que el espíritu dominante es cualquier cosa menos espíritu. Los clásicos trataron del derecho de resistencia contra la tiranía política. En nuestro tiempo, es preciso reivindicar la resistencia contra la tiranía cultural mayoritaria. No es sólo un derecho; es también un sagrado deber. Es la tarea de los conspiradores contra la falsa cultura de masas. Pero es más fácil luchar contra los grilletes físicos que contra los morales de este nuevo Leviatán de la opinión pública, más poderoso y sutil que el viejo.No existe ni ha existido otra aristocracia que la que protege al pueblo del miedo,poniéndose ella misma en peligro, a la intemperie. Pero cada vez resulta más insólita la existencia de hombres libres de espíritu frente a la apoteosis de esclavos felices, de inconscientes prisioneros de la caverna. La primera obra de misericordia consiste en enseñar al que no sabe. Pero su cumplimiento es imposible si antes nose muestra que no sabe al que no sabe y cree saber. Lo primero es inculcar la conciencia de lo que falta. Hoy abundan los que se esfuerzan en enseñar lo que ya se sabe. Apenas hay quienes enseñan lo que no se sabe. Acaso viven, conjurados,ocultos y emboscados, esperando la inexorable hora favorable.

¡No tengáis miedo!
No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo, sino de quién puede matar el alma para la eternidad

Fuente :Ignacio Sánchez Cámara

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