Francisco a Shimon Peres: Deseo que Jerusalén resplandezca su carácter sagrado y universal



Jerusalén (Tierra Santa) (AICA): "Deseo que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad¨, pidió esta mañana el papa Francisco en su visita al presidente del Estado de Israel en el palacio presidencial de Jerusalén. El Pontífice se mostró bienaventurado por este hecho, firmó el libro de oro y anteriormente fue recibido en el jardín de ingreso para plantar juntos el olivo de la paz. El presidente israelí pronunció un discurso en el que afirmó que ¨tenemos que renovar lo pasado e ir hacia lo nuevo. Pedimos poder caminar en esto camino de paz verdadero"


"Deseo que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad", pidió esta mañana el papa Francisco en su visita al presidente del Estado de Israel en el palacio presidencial de Jerusalén. 



El Pontífice se mostró bienaventurado por este hecho, firmó el libro de oro y anteriormente fue recibido en el jardín de ingreso para plantar juntos el olivo de la paz. Allí pudieron dar un pequeño paseo por los jardines, mientras el presidente le explicaba algunos detalles del lugar a Francisco. 

Un coro de niños de distintos credos cantaron animados un Aleluya cuando el Papa y el presidente llegaron al escenario. 



Intercambio de regalos 
Como regalos, el Estado de Israel regaló al Papa un hermoso mosaico con un olivo y palomas a la izquierda y derecha, un mosaico realizado por niños con discapacidad, tal y como le explicó al Papa Simón Peres. 

También el papa Francisco le regaló al Estado de Israel un cuadro, con un fondo azul y un medallón en el que se ve bajo relieve la imagen de Atenagoras y Pablo VI con la inscripción del viaje del Papa Francisco y con una réplica en bronce del escudo pontificio del Santo Padre. 

El presidente israelí pronunció su discurso en el que afirmó que "tenemos que renovar lo pasado e ir hacia lo nuevo. Pedimos poder caminar en esto camino de paz verdadero" y añadió que "queremos trabajar juntos cristianos, judíos, hebreos y musulmanes. Y construir un mundo donde haya hermandad". 

Tras un abrazo entre ambos, el Santo Padre ha pronunciado su discurso. 

Francisco, comenzó observado que "los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde las comunidades de creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad". 

Por eso, "se deben salvaguardar para siempre en su sacralidad, tutelando así no sólo el legado del pasado, sino también a las personas que los visitan hoy y que los visitarán en el futuro". "Deseo que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad", pidió el Pontífice. 

El Papa ha manifestado su reconocimiento y admiración hacia Peres por ser "hombre de paz y artífice de paz". 

La construcción de la paz -afirmó el Santo Padre- exige sobre todo el respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana, que judíos, cristianos y musulmanes consideran igualmente creada por Dios y destinada a la vida eterna. Asimismo, ha querido renovar el deseo "de que se eviten, por parte de todos, las iniciativas y los actos que contradicen la declarada voluntad de alcanzar un verdadero acuerdo y de que no nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia". 

El Pontífice señaló que se debe "rechazar firmemente todo lo que se opone al logro de la paz y de una respetuosa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes"; como lo son el recurso a la violencia y al terrorismo, la discriminación racial o religiosa, la pretensión de imponer el propio punto de vista en perjuicio de los derechos del otro, el antisemitismo, la violencia o las manifestaciones de intolerancia contra personas o lugares de culto judíos, cristianos y musulmanes. 

A continuación, el Santo Padre recordó que los fieles cristianos que viven en el Estado de Israel "desean ofrecer, desde su propia identidad, su aportación al bien común y a la construcción de la paz, como ciudadanos de pleno derecho que, rechazando todo extremismo, se esfuerzan por ser artífices de reconciliación y de concordia". 

"Su presencia y el respeto de sus derechos –como del resto de los derechos de cualquier otra denominación religiosa o minoría- son garantía de un sano pluralismo y prueba de la vitalidad de los valores democráticos, de su arraigo en la praxis y en la vida concreta del Estado", afirmó. 

Francisco aseguró a Peres su oración "por las Instituciones y por todos los ciudadanos de Israel". 

Al concluir, el Papa aseguró al presidente su constante súplica a Dios "por la consecución de la paz y con ella de los bienes inestimables que la acompañan, como la seguridad, la tranquilidad de vida, la prosperidad, la fraternidad". Y ha dirigido su pensamiento "a todos aquellos que sufren las consecuencias de las crisis aún abiertas en la región medio-oriental, para que lo antes posible sean aliviadas sus penalidades mediante la honrosa resolución de los conflictos". 

El encuentro ha concluido nuevamente con música. Un pequeño concierto ofrecido por un joven cantando en hebreo y una joven cantando en español el 'Gracias a la vida' al ritmo de una guitarra española, acompañados también por el coro de los niños. 


Discurso del Santo Padre 
Señor Presidente, Excelencias, Señoras y Señores: 

Le agradezco, Señor Presidente, la acogida que me ha dispensado y sus amables palabras de saludo, y me complace poder encontrarme con Usted nuevamente en Jerusalén, ciudad que custodia los Lugares Santos apreciados por las tres religiones que adoran al Dios que llamó a Abrahán. Los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde las comunidades de creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad. Por eso, se deben salvaguardar para siempre en su sacralidad, tutelando así no sólo el legado del pasado, sino también a las personas que los visitan hoy y que los visitarán en el futuro. Que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad. Qué bello que los peregrinos y los residentes puedan acudir libremente a los Lugares Santos y participar en las celebraciones. 

Señor Presidente, Usted es conocido como un hombre de paz y artífice de paz. Le manifiesto mi reconocimiento y mi admiración por esta actitud. La construcción de la paz exige sobre todo el respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana, que judíos, cristianos y musulmanes consideran igualmente creada por Dios y destinada a la vida eterna. A partir de este punto de referencia que tenemos en común, es posible proseguir en el empeño por una solución pacífica de las controversias y los conflictos. A este respecto, renuevo el deseo de que se eviten, por parte de todos, las iniciativas y los actos que contradicen la declarada voluntad de alcanzar un verdadero acuerdo y de que no nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia. 

Se debe rechazar firmemente todo lo que se opone al logro de la paz y de una respetuosa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes: el recurso a la violencia y al terrorismo, cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos, la pretensión de imponer el propio punto de vista en perjuicio de los derechos del otro, el antisemitismo en todas sus formas posibles, así como la violencia o las manifestaciones de intolerancia contra personas o lugares de culto judíos, cristianos y musulmanes. 

En el Estado de Israel viven y actúan diversas comunidades cristianas. Son parte integrante de la sociedad y participan como los demás en la vida civil, política y cultural. Los fieles cristianos desean ofrecer, desde su propia identidad, su aportación al bien común y a la construcción de la paz, como ciudadanos de pleno derecho que, rechazando todo extremismo, se esfuerzan por ser artífices de reconciliación y de concordia. 

Su presencia y el respeto de sus derechos –como del resto de los derechos de cualquier otra denominación religiosa o minoría- son garantía de un sano pluralismo y prueba de la vitalidad de los valores democráticos, de su arraigo en la praxis y en la vida concreta del Estado. 

Señor Presidente, le aseguro mi oración por las Instituciones y por todos los ciudadanos de Israel. Cuente especialmente con mi constante súplica a Dios por la consecución de la paz y con ella de los bienes inestimables que la acompañan, como la seguridad, la tranquilidad de vida, la prosperidad, la fraternidad. Dirijo finalmente mi pensamiento a todos aquellos que sufren las consecuencias de las crisis aún abiertas en la región medio-oriental, para que lo antes posible sean aliviadas sus penalidades mediante la honrosa resolución de los conflictos. Paz a Israel y a todo Oriente Medio. ¡Shalom!

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